Vision Artificial


¿Cómo sabemos si lo que vemos es real o producto de un engaño? Más aun,¿cómo lo podría saber una máquina?
Aunque a los seres humanos la visión nos parece simple, la creación de un programa informático que permita que una máquina ‘vea’ es una tarea sumamente complicada, que a la fecha no se ha logrado. Crédito: Dyet (rgbstock)/Akash Khairate (stock.xchng)/Ciencia al Día
Para los seres humanos, dotados de inteligencia y del poder de la computación biológica, ver es simple: nuestras redes neuronales calculan la explicación más probable de lo que vemos, y convierten el burbujeo de fotones en percepción.

Eso es muy difícil de plasmar en un código informático, dice David Cox, profesor adjunto de Biología Molecular y Celular, y Ciencias Informáticas de la Universidad de Harvard.

“La visión es el proceso de averiguar lo que hay en un mundo en 3D, a partir de un conjunto de imágenes en 2D proyectadas en nuestras retinas,” explica Cox. “En realidad es muy difícil, y la única razón por la que parece fácil es porque vemos el mundo a través de la solución al problema”.

“Ese es uno de los retos de la visión por ordenador”, dice Cox, y añade que “nuestras intuiciones acerca de lo que es fácil y lo que es difícil generalmente son incorrectas, debido a que todas nuestras intuiciones nos llegan a través de nuestro sistema biológico. Cuando uno trata de escribir un programa informático que haga lo mismo, descubre lo difícil que es”.

El objetivo de Cox es crear sistemas artificiales que puedan ver y entender lo que ven. Es una tarea que requiere un conocimiento a profundidad de la neurociencia, pero también una buena cantidad de pensamiento creativo de lo que podría ser posible en el ámbito del reconocimiento artificial de objetos.

El grupo de investigación de Cox emplea ordenadores de alto rendimiento masivamente paralelos para tratar de reproducir el nivel de cálculo que se lleva a cabo dentro del cerebro.

Hay una gran diferencia entre reconocer una cara en una ficha policial, y reconocer un rostro que forma parte de una escena complicada y desordenada del mundo real.

Muchos de los beneficios potenciales que se derivarían del diseño de un sistema así son tan extraños que parecen pertenecer al ámbito de la ciencia ficción. Así, el ordenador portátil se daría cuenta de si estamos cansados, felices o tristes, e interactuaría de forma consecuente; o nuestro auto nos vería caminando por la acera y se acercaría para recogernos.